martes, 14 de noviembre de 2006

Estrenos Teatrales en la Habana, Cuba

Foto Pepe Murrieta

















Apuntes:

"Me interesa romper la frontalidad de la obra en lo referente a la relación entre sus personajes. Mas que el encuentro de estos en los lugares fijados por el dramaturgo para que sucedan las escenas a través de los sucesivos enfrentamientos de caracteres, me interesa el rincón, el escondite, la torre, la alcoba, el sótano, el retiro, el umbral de los sueños, donde los personajes en soledad muelen sus obsesiones, juegan a ser ellos mismos y a enmascararse, donde ensayan sus roles y presienten sus destinos, rebelándose inútilmente o aceptando la grosera sensualidad de sus vicios; el espacio de las confesiones inconfesables, la imagen ante el espejo por donde se le cuela al personaje nuestra visión contemporánea y por donde el personaje nos rebela nuestra idéntica condición humana; ese lugar donde se ensayan las escenas y los papeles a interpretar ante otros. Estos espacios son los que me interesa recrear escénicamente a modo de soledades públicas."


















Creando por pistas:
"A menudo hablo a mis compañeros de edición, en broma digo que empleamos nuevas tecnologías en el montaje del espectáculo; argumento que montamos escenas por pistas, como mismo se masteriza un disco de música: grabando los instrumentos por separado, luego las voces, los efectos, las texturas, etc. Esto, por supuesto, crea desconcierto si se aplica al teatro, al arte del actor, de la interrelación, de la interdependencia del trabajo colectivo.

Yo, sin embargo, no veo un divorcio entre esta tecnología y los principios antes mencionados, como tampoco la hay en el resultado final de los discos, donde cualesquiera que hayan sido los caminos tomados en su producción, caminos que por demás facilitan y perfeccionan la misma, llegamos al final a escuchar el sonido total de la banda acabada en toda su expresión y complejidad.

Y es que, para empezar por algún lado y dejar para lo último el tema propio y más escandaloso del actor en su proceso de creación, creo que se trata de vías, caminos que se escojan a la hora de crear una pauta escénica; caminos que muchas veces no escogemos sino que nos escogen, que se fundan en la constante búsqueda de alternativas para no detener el trabajo en las difíciles condiciones de la producción teatral de nuestros días."




Foto Pepe Murrieta









Es ya común encontrar colectivos que trabajan de esta manera, aunque pocos asuman este fenómeno como una perspectiva positiva de trabajo. El malestar que genera la ausencia de los actores, la imposibilidad de unir a un grupo pequeño de artistas en un empeño común, después en tiempo y espacio, de ir fraguando conjuntamente una propuesta escénica, es tomado como un obstáculo infranqueable, que paraliza el proceso, que lo entorpece. No niego que así sea, pero la realidad y la perseverancia nos está mostrando un camino y una solución, al menos de montaje, que no estamos asumiendo. El obstáculo nos vence, nos limita, nos invalida hasta el punto en que preferimos no realizar la hazaña de montar una obra.

Nuestra realidad ha tirado por tierra toda una ética preestablecida dentro de las agrupaciones y el golpe nos deja atónitos, angustiados, decepcionados. Algunos creadores, por no decir la mayoría, escogen ya caminos que van mas allá del pequeño formato: abundan los unipersonales, incluso dirigidos por el mismo actor. Esta alternativa nos ha entrenado en una dinámica teatral en la que vamos adquiriendo experiencia notable al tiempo que perdemos las utopías. Las versiones escénicas son cada ves mas imaginativas y el texto escrito y estructurado por los autores cae progresivamente de su trono. La necesidad obliga a transformarlos, a convertirlos en lenguaje escénico, en proporción y vigencia.

¿Qué hacer entonces, cuando nuestra inclinación es hacia las obras de muchos personajes, complejas y extensas, como los clásicos? ¿Qué hacer para montar Hamlet? La primera respuesta nos cae tirada por su propio peso: versión, reescritura, adaptación, arreglo, podemos llamarle como queramos, siempre que sea de pequeño formato. Y ya me vienen a la cabeza otras aplicaciones tecnológicas, que muy por el contrario del carácter aplastante y exuberante que tienen en las grandes producciones de las compañías ricas, van encaminadas en nuestro humilde quehacer a la común necesidad de compactación propia de la comunicación a nivel informático. Pero por mas que se compacte Hamlet, son necesarios, al menos, cuatro o cinco actores. Pongamos que así sea, que bien podría ser uno solo. ¿Qué sucede entonces? Hay que ir más allá, puesto que en el más acá, cinco actores en escena es un lujo que pocas veces podemos permitirnos.









Trabajar por pistas, cada actor es un instrumento que ensaya sus acordes, al que le sumamos otros instrumentos, o sea, actores con todo lo que implican, a los que sumamos las luces, la banda sonora, los vestuarios y utilirería que preferiblemente fueran creados por los mismos actores, o diseñados por un especialista en pista, sumamos los ajustes necesarios al espacio que nos toca en suerte y fortuna y masterizamos, señores y señoras, masterizamos la puesta en escena. Visto así puede ser muy simple y esta escrito con toda intención.

¿Escogemos los caminos o los caminos nos escogen? Creo que lo importante es hacerlos nuestros, apropiarnos, transgredirnos a nosotros mismos, descubrirnos en la corrida, moléculas en el caos. Trabajar con programas no preestablecidos. El camino deja de ser impuesto y solo entonces nace nuestra visión.

En mi montaje de Hamlet, cada actor esta solo con su personaje, creando su propia partitura, encontrándose y encontrando a su otro, ese que nos quiere proyectar por medio de su instrumento, de su afinación que es su criterio particular de la historia que cuenta. Su relación es consigo mismo y con la historia de su personaje. Yo estoy del otro lado del vidrio, en la cabina, percibo y sugiero, hago clara su interpretación, imprimo en mis sentidos y mi memoria su ejecución del tema que vamos creando, preparo el material que necesito para la masterización de la escena, del espectáculo. Creo las entradas y las salidas de los otros instrumentos, los puntos de contacto, el contrapunteo, hago coincidir las notas, doy agua a las fichas del domino, a las relaciones indirectas. De este encuentro armo mi mundo y la historia que quiero contar y doy luz a mi criterio, dejo escucharse mi voz
."










Foto Pepe Murrieta



Gráficos:
"A menudo me descubro hablando de gráficos durante el trabajo. Lo hago a la hora del entrenamiento, durante las improvisaciones, y en las primeras pautas que se van creando del montaje. El gráfico en el lenguaje del actor es una referencia inmediata que une nuestro esfuerzo de comunicar, de experimentar cierta realidad con el significado inconfundible de lo experimentado.

En el entrenamiento de los esfuerzos de acción, los gráficos de cada esfuerzo nos facilitan, primero, un rápido acceso al esfuerzo en cuestión. Esta claro que el gráfico es su forma más simple, pero nos ayuda a reconocernos y ser reconocidos de inmediato. De esta apropiación sin escrúpulos del grafico surge la dinámica en cuestión que nos interesa explorar, su energía particular, su contradicción esencial. El gráfico no es el camino, es la primera puerta, aquella que necesariamente debemos abrir para penetrar; y es también el faro al que regresamos cuando en el camino, la vereda de nuestra exploración nos perdemos, nos salimos de la practica, de la dinámica que estamos trabajando. El gráfico se creó para ser roto, distorsionado, para ser bifurcado, distorsionado, mezclado etc, pero sin perder el norte sensorial que nos impulsa e interesa en la búsqueda.
"




Foto Pepe Murrieta









"Lo mismo sucede en el plano de las improvisaciones. Tradicionalmente recorremos dos caminos diferentes en este trabajo de improvisar: uno, el mas convencional, es el de ubicarnos concientemente en determinada circunstancia y comenzar a plasmar un indeterminado numero de acciones consecuentes; el otro camino, que nos es mas afín, es el de dejarse llevar a través del motor de las asociaciones mentales y físicas, en el dialogo concreto con los obstáculos reales de la escena donde habitamos que nos crean los accidentes necesarios , los verdaderos puntos de giro en nuestro transito sin limites por el tiempo. El grafico en esta practica es igualmente importante, pues a pesar de su simpleza comunicativa no esta plagado del esfuerzo racional de encontrar a toda costa los medios para recrear determinado acto. El grafico, por su carácter de signo fácilmente reconocible nos despoja de esta carga sicológica que padece el actor y que consiste en desear hacerse entender. Ya todo está entendido si empleamos el grafico (acción explicita, sonido, sensación asociada o signo social determinado). Aquí vuelve este recurso a abrirnos las puertas, es el pretexto de la trasgresión, la pauta desde donde nos podemos lanzar en cadena hacia lo desconocido.

En el montaje o pautado de acciones e imágenes elaboradas, comunicantes, el gráfico es el faro, la torre, la estructura que desmontamos, que fraccionamos, el puzzle que desarmamos, el cuadro que descomponemos, el espejo que rompemos para develar su lado oscuro, negativo, imprevisto, erróneo y crear esa nueva realidad, la nueva visión de la misma cosa que sin embargo, provoca, alude, abarca, acepta y explicita otras realidades colindantes, anexas, laterales. Son estas realidades las que nos interesan, las que permiten a nuestro interlocutor crear su propia visión de los acontecimientos, su propia recreación de las circunstancias, elegir el ángulo desde donde mira su propia historia.

Esta es en definitiva y a grandes rasgos la importancia de los gráficos en el trabajo, que son a la acción, tan afines como los arquetipos a la caracterización; cuanto mas rápido los aceptemos mas pronta será la inmersión desde lo general a lo particular, de lo plural a lo individual, de lo evidente a lo inherente, de lo aparente a lo esencial."

Notas de

Osdaldo Rondón Pereira.

Director Artístico.

dodalos@cubarte.cult.cu

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